1 de septiembre de 2008

Que se lo coma el negro, que se lo coma el mexicano



Yo vivo en un barrio marginal, con un porcentaje muy elevado de inmigración de origen muy heterogéneo. Y tengo el orgullo de ser una auténtica minoría étnica. Todo un embajador, porque dudo que haya otro judío.

Un domingo cualquiera, me desperté y me propuse hacerme una pizza carbonara marca El Caserío. Pero por supuesto, hay que echarle más bacon y más queso que el que trae, ya que el objetivo es engordar. Queso tenía. Necesitaba bacon.

Fui a la tienda de alimentación china de mi barrio. En la nevera, había algunas bolsas de bacon rosado, que suele ser el color del animalito del que proviene, pero detecté una bolsa de bacon marrón. Marrón negruzco.

- Oye, quizás tendrías que tirar este bacon, ¿no? Está negro...
- ¡¡¡Deja bacon en nevela!!!
- ¡¡¡Pero si está podrido!!!
- ¡¡ No impolta!! ¡¡Coge otlo!!
- No entiendo… No lo vas a vender...
- ¡¡Que se lo coma el negro!! ¡¡Que se lo coma el mexicano!!

No sé, este tema me tiene bastante inquieto. Porque yo me pregunto. ¿El chino se refería a un negro en concreto, a un negro con nombre y apellido, que debía comerse ese bacon corrupto? El chino, ¿Se refería a un mexicano en concreto, un mexicano que vive en mi barrio y que querrá comerse ese bacon horrendo? Y yo me pregunto. ¿Es que el chino está enemistado con ellos, y por eso les quiere adjudicar la ponzoña?

Porque hay otra posiblidad, y no podemos descartarla. Quizás la frase “que se lo coma el negro” esconde una afirmación más general. Puede que el chino piense que debería existir una correlación entre el color de la piel y el color del alimento ingerido. Pensad que la medicina china es bastante loca. Está llena de ideas super respetables, pero pendientes de demostración mediante el método científico. Entonces, ¿quizás las personas de pieles oscuras deben comer comida oscura, por ejemplo bacon negro, respetando algún tipo de norma loca? Si esto fuera así, ¿todas las coca colas serían para los negros? No creo. En primer lugar, porque he visto al chino vender coca colas a los blancos. En segundo lugar, porque la correlación raza-alimento nunca podrá ser perfecta. Por ejemplo, los negros no llevan burbujas de gas, y no deberían beber coca cola, si nos guiáramos por esta norma.

Y me pregunto. Este chino, ¿sabrá que yo soy judío? ¿Me tendrá adjudicadas las judías? ¿Cree que son para mí? ¿Ante unas judías caducadas, este chino dirá “que se las coma el judío”? Es todo tan confuso.

Yo creo que no es un chino normal. Generalizando, y por tanto equivocándome, diré que todos los chinos que atienden en bazares y tiendas de alimentación son super simpáticos y super bordes. Las dos cosas al mismo tiempo, creando una paradoja. Pero mi chino es diferente. No todos hacen tai chi, como mi chino.

En cierta ocasión, le sorprendí realizando posturas inverosímiles cuando entré en su tienda. Él estaba solo. El bacon marrón observaba, pero sin decir nada.

- Hola, ¿Qué haces?
- Hago tai chi.
- ¡Ah, mi madre hacía taichi! ¡Es muy relajante!
- ¡¡¡No tu madle no taichi!!! ¡¡¡Imposible, tu madle no!!! ¡¡¡Taichi mucho peliglo!!!

Mi madre murió hace tiempo. El chino no pudo conocerla. Pero el chino estaba seguro de ello. Y es un hecho que mi madre hacía tai chi. Entonces pienso, ¿mi madre era peligrosa? No sé, no me pega nada. Creo que el chino está chiflado.

Porque después de esta extraña conversación, el chino se puso triste, y lo noté porque se puso a mirar hacia el suelo, en silencio, y lleno de amargura. Yo, en un intento de ayudar, le pregunté si era feliz. No supo responderme. O sea, él sacó el diccionario, y buscó la palabra feliz, pero no la encontró.

¿La moraleja? Que se lo coma el negro. Que se lo coma el mexicano.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡QUÉ GRANDE ERES!

tiny mess dijo...

¡Lo que me he podido reir!

fernando "dito" castañeda conde dijo...

Caray a partir de ahora, en los chinos del barrio solo cerveza, he pasado un buen rato leyendote, un abrazo vecino.

Anónimo dijo...

Cómo te echo de menos. A menudo tengo la necesidad de escucharte, de leerte y así me encuentro hoy releyéndote como si te escuchara, sonriendo de nuevo como si estuviésemos en la misma habitación y rememorando esa maravillosa época. Solo que sí estuviésemos juntos no sería una sonrisa, serían unas buenas risotadas. Y círculos y más círculos. Hasta el infinito. Te quiero y querré siempre.